Después de todo esto, la palabra del Señor fue dirigida a Abrán en una visión. Dijo: 'No temas, Abrán, yo soy tu escudo. Tu recompensa será muy grande'.
pero el Señor me dijo: Tú has derramado mucha sangre y has hecho muchas guerras. Tú no podrás edificar un templo a mi nombre, pues has derramado mucha sangre sobre la tierra en mi presencia.
El profeta Jehú, hijo de Jananí, le salió al encuentro y le dijo: '¿Ayudas al malvado y amas a los enemigos del Señor para atraer así su ira contra ti?