Salomón inmoló, como sacrificio de reconciliación ofrecido al Señor, veintidós mil toros y ciento veinte mil ovejas. De esta manera, el rey y todos los israelitas celebraron la dedicación del templo del Señor.
Los maestros de la ley, que habían venido de Jerusalén, decían: '¡Tiene a Belcebú!'; y también: '¡Echa a los demonios con el poder del príncipe de los demonios!'.