Otros decían: 'Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Es que un endemoniado puede abrir los ojos a los ciegos?'.
Y el Señor le dijo: '¿Quién ha dado al hombre la boca y quién le hace sordo y mudo, vidente y ciego? ¿No soy acaso yo, el Señor?
los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia el evangelio a los pobres:
El que plantó la oreja, ¿no va a oír?; el que formó los ojos, ¿no va a ver?;
Dicho esto, escupió en tierra e hizo lodo con la saliva, le untó con ello los ojos y le dijo:
Su fama se extendió por toda Siria. Le traían todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y sufrimientos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curaba.
El oído que oye y el ojo que ve, uno y otro los ha hecho el Señor.
el Señor da la vista a los ciegos, el Señor endereza a los que están doblados, el Señor ama a los que practican la justicia,
Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será este prodigio'.
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo. Era invierno.