Tratarás a Ay y a su rey como trataste a Jericó y a su rey. Sólo tomaréis para vosotros el botín y el ganado. Tiende una emboscada contra la ciudad por detrás'.
Tan pronto como comenzó el canto de júbilo y alabanza, el Señor suscitó la confusión entre los amonitas, los moabitas y los de las montañas de Seír, que venían a atacar a Judá, y se enfrentaron unos contra otros.
Y entregaron al exterminio todo lo que había en la ciudad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, incluso los bueyes, ovejas y asnos, pasándolos a filo de espada.
Contra los muros de Babilonia izad bandera, reforzad la guardia, apostad centinelas, tended emboscadas, pues el Señor tenía un proyecto y ha ejecutado lo que había anunciado contra los habitantes de Babilonia.
Perdiz que empolla huevos que no ha puesto es quien amasa riquezas injustas: a la mitad de sus días las tendrá que dejar, y al final no será más que un necio'.
Ese mismo día Josué tomó a Maqueda y la destruyó; pasó a filo de espada a todos los que vivían en ella sin dejar ni un superviviente; al rey de Maqueda lo trató como había tratado al rey de Jericó.
Cuando supo Adonisedec, rey de Jerusalén, que Josué había tomado Ay y la había entregado al exterminio, tratando a Ay y a su rey como había tratado a Jericó y a su rey, y que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y que estaban con él,
Cuando terminaron de matar a todos los de Ay que habían salido al campo en su persecución, los israelitas se volvieron a la ciudad y la pasaron a cuchillo.
Cuando extendió el brazo, los hombres de la emboscada salieron rápidamente de su escondite, tomaron carrera y, entrando en la ciudad, se apoderaron de ella y se dieron prisa a prenderle fuego.
Cuando el rey de Ay vio la situación, salió a toda prisa a presentar batalla contra Israel, él y todo su pueblo, en la pendiente de frente a la Arabá; pero sin saber que le habían tendido una emboscada por detrás de la ciudad.
Josué los hizo partir. Ellos fueron al lugar de la emboscada y se apostaron entre Betel y Ay, al occidente de Ay. Josué pasó la noche en el campamento.
El Señor me dijo: No lo temas, pues yo lo he puesto en tus manos a él, a su pueblo y a su país. Haz con él lo que hiciste con Sijón, rey de los amorreos, que habitaba en Jesbón.
Todo el botín de estas ciudades, incluido el ganado, lo tomaron para ellos los israelitas; pero a todas las personas las pasaron a filo de espada hasta su total exterminio, sin dejar ni un superviviente.