Y Josué exclamó: 'Señor, ¿por qué has hecho pasar el Jordán a este pueblo, si es para entregarlo en manos del amorreo y destruirnos? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!
Les dijo: 'Por vuestra poca fe; os aseguro que si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Vete de aquí allá, y se trasladaría; nada os sería imposible'.
¿Por qué nos lleva el Señor a esa tierra a morir bajo la espada y entregar nuestras mujeres y nuestros hijos como botín de guerra? ¿No sería mejor volver a Egipto?'.
Pero el pueblo, sediento, seguía murmurando contra Moisés diciendo: '¿Por qué nos has sacado de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?'.
diciendo: '¡Ojalá hubiéramos muerto por mano del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos! Vosotros, en cambio, nos habéis traído a este desierto para hacer morir de hambre a toda esta muchedumbre'.
Josué rasgó sus vestiduras y se postró rostro en tierra delante del arca del Señor hasta la tarde, y con él los ancianos de Israel; todos se echaron polvo sobre sus cabezas.
El pueblo volvió al campamento, y los ancianos se preguntaron: '¿Por qué nos ha derrotado hoy el Señor ante los filisteos? Vamos a buscar a Silo el arca de la alianza del Señor, y que vaya con nosotros; así nos librará de la mano de nuestros enemigos'.