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Referencias Cruzadas

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Josué 7:6

Biblia Martin Nieto

Josué rasgó sus vestiduras y se postró rostro en tierra delante del arca del Señor hasta la tarde, y con él los ancianos de Israel; todos se echaron polvo sobre sus cabezas.

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30 Referencias Cruzadas  

Rubén volvió a la cisterna, y José ya no estaba allí. Rasgó sus vestiduras,

Jacob rasgó sus vestiduras, se puso un saco a la cintura y guardó luto por su hijo durante muchos días.

En tierra están sentados y enmudecen los ancianos de la hija de Sión; han esparcido ceniza en su cabeza, se han vestido de sayal; doblegan su cabeza hasta la tierra las doncellas de Jerusalén.

Entonces el rey se levantó, rasgó sus vestiduras y se echó por tierra. Y todos sus servidores que estaban con él rasgaron también sus vestiduras.

Y Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, que habían estado entre los exploradores de la tierra, se rasgaron las vestiduras

Y echándose polvo en sus cabezas, gritaban; y llorando y lamentándose, decían: ¡Ay, ay de la gran ciudad, que con su opulencia enriqueció a cuantos tenían naves en el mar, y en un momento ha sido desolada!

Cuando se enteraron de ello los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestidos y se lanzaron entre la gente gritando:

Al levantar sus ojos desde lejos no lo reconocieron, y se pusieron a llorar a grandes voces, rasgando cada uno su manto y esparciendo polvo sobre sus cabezas.

Entonces Job se levantó, rasgó sus vestiduras y se rapó la cabeza. Luego cayó en tierra, adoró y dijo:

Apenas supo Mardoqueo lo que se había hecho, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y ceniza y salió por la ciudad lanzando gritos de dolor: '¡Un pueblo inocente va a ser exterminado!'.

David rogó a Dios por el niño: ayunó rigurosamente, se retiró y pasó la noche acostado en el suelo.

Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta la tarde por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, porque habían caído bajo la espada.

Un hombre de Benjamín escapó corriendo de las filas del ejército, y llegó aquel mismo día a Silo con los vestidos destrozados y la cabeza cubierta de polvo.

El pueblo fue a Betel y estuvo allí hasta la tarde ante Dios, levantando su voz y haciendo gran llanto, y decían:

Entonces todo el ejército de Israel y todo el pueblo fueron a Betel y allí lloraron ante el Señor y ayunaron aquel día hasta la tarde y ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación.

Entonces los israelitas se hicieron fuertes y volvieron a presentar batalla en el mismo lugar del día anterior.

Cayeron sobre sus rostros y dijeron: '¡Oh, Dios, Dios del espíritu de todo viviente! ¿Ha pecado uno solo, y tú te irritas contra toda la comunidad?'.

Y Josué exclamó: 'Señor, ¿por qué has hecho pasar el Jordán a este pueblo, si es para entregarlo en manos del amorreo y destruirnos? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!

Entonces David se rasgó las vestiduras, y todos los que estaban con él hicieron lo mismo.

Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras

Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras

Por eso retracto mis palabras y en polvo y ceniza hago penitencia.

Cuando la vio, rasgó sus vestiduras y gritó: '¡Ah, hija mía, infortunado de mí! Tú eres la causa de mi desgracia, pues he hecho una promesa al Señor y no puedo desdecirme'.

Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl, con los vestidos desgarrados y la cabeza cubierta de polvo. Cuando llegó donde estaba David, se postró rostro en tierra.

Entonces Tamar echó polvo en su cabeza, rasgó la túnica y con las manos en la cabeza se marchó gritando.

Mientras Esdras oraba y hacía esta confesión llorando y postrado ante el templo de Dios, se congregó junto a él una gran multitud de israelitas, mujeres y niños; todos lloraban amargamente.

El día veinticuatro de aquel mismo mes, los israelitas, vestidos de saco y cubierta de tierra la cabeza, se congregaron para el ayuno.

En todas las provincias y lugares donde fue publicado el edicto del rey no había más que luto, ayunos, lloros y lamentos por parte de los judíos. El saco y las cenizas fueron el lecho de muchos.




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