El Señor le dijo: '¿Piensas que tienes razón al enfadarte?'.
¿No puedo hacer lo que quiera con lo mío? ¿O ves con malos ojos el que yo sea bueno?
Pero Dios dijo a Jonás: '¿Piensas que tienes razón al enfadarte por este ricino?'. Él respondió: 'Sí, tengo razón de enfadarme hasta la muerte'.
'Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he molestado? Respóndeme.
'Aarón va a morir, pues no puede entrar en la tierra que yo he dado a los israelitas, porque os rebelasteis contra mí en las aguas de Meribá.
El Señor le dijo: '¿Por qué te encolerizas, te muestras malhumorado y vas con la cabeza baja?
Cuida de que el desdén no te conduzca al insulto, y la grandeza no te haga desviarte.
Esto le sentó mal a Jonás; se enfadó mucho
Ahora, Señor, te suplico que me quites la vida, porque mejor es para mí morir que vivir'.
Jonás salió de la ciudad y se estableció al oriente de la misma, donde se hizo una cabaña y se sentó a su sombra hasta ver qué sucedía a la ciudad.
Ajab entró en su palacio triste e irritado porque Nabot, el yezraelita, no le había querido dar la herencia de sus padres. Se metió en la cama, volvió la cara a la pared y no probó bocado.