El capitán se acercó a él y le dijo: '¿Qué haces aquí durmiendo? Levántate e invoca a tu Dios; a lo mejor ese Dios se preocupa de nosotros y no pereceremos'.
Pablo respondió: '¿Qué hacéis llorando y partiéndome el corazón? Yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre de Jesús, el Señor'.
El Señor da la voz al frente de sus tropas. Sí, innumerable es su ejército, poderoso el ejecutor de su palabra; sí, grande es el día del Señor, muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?
'Anda, reúne a todos los judíos de Susa, y ayunad por mi intención. No comáis ni bebáis durante tres días y tres noches. También yo, con mis doncellas, ayunaré. Luego me presentaré al rey, aun contra la ley, y si he de morir, moriré'.
Tened en cuenta en qué tiempos estamos: ya es hora de despertar del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros la salvación que cuando abrazamos la fe.
Que se cubran de saco los hombres y los animales, y que invoquen a Dios con fuerza; que cada uno se convierta de su mala conducta y de la violencia de sus manos.