El Señor da la voz al frente de sus tropas. Sí, innumerable es su ejército, poderoso el ejecutor de su palabra; sí, grande es el día del Señor, muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?
por eso en un solo día lloverán sobre ella las plagas, la muerte, el duelo y el hambre; ella será consumida por el fuego, porque es un poderoso señor el Dios que la ha condenado.
Pero su libertador es poderoso: su nombre es 'el Señor omnipotente'; él sabrá defender su causa, a fin de dar paz al país y turbación a los habitantes de Babilonia.
Clamor de multitudes en los montes, como de pueblo innumerable; ruido de tumulto de reinos, de pueblos aliados. El Señor omnipotente pasa revista a sus fuerzas de guerra.
Y tú anúnciales todas estas palabras y diles: El Señor ruge desde lo alto, desde su santa morada lanza su voz; ruge con fuerza contra su hacienda, lanza el grito de júbilo de los pisadores de la uva contra todos los habitantes de la tierra.
Porque el Señor mismo, a la señal dada por la voz del arcángel y al son de la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los muertos unidos a Cristo resucitarán los primeros.
¡Tocad la trompeta en Sión, dad la alarma sobre mi monte santo; tiemblen todos los habitantes del país, porque llega el día del Señor, porque está cerca!
¡Día de oscuridad y de tiniebla, día de nubes y de niebla espesa! Como de monte en monte va la aurora; avanza un pueblo numeroso y fuerte, como jamás ha existido y como no habrá más en los años lejanos.