Ante él devora un fuego, detrás de él una llama abrasa. Si antes de su llegada era el país un jardín del Edén, después que pase será un desierto desolado; nada escapará a su furor.
Alzad sobre los montes llantos y lamentos, una elegía por los pastizales de la estepa, pues han sido abrasados y nadie pasa ya por ellos ni se siente el mugir de los ganados. Aves del cielo y animales han huido, se han ido.