¿No veis cómo falta la comida, la alegría y el júbilo de la casa de nuestro Dios?
Yo llegaré hasta el altar de Dios, del Dios que es mi gozo y mi alegría; te alabaré al son de la cítara, Señor, Dios mío.
Vestíos de luto; lamentaos, sacerdotes; lanzad gritos, ministros del altar; venid, pasad la noche en sacos, ministros de mi Dios, porque la casa de vuestro Dios se ha quedado sin sacrificio y sin ofrenda.
Pero él protestará el día aquel: Yo no soy médico, ni hay en mi casa pan ni manto; no me hagáis jefe del pueblo.
estad orgullosos de su santo nombre, alegraos los que buscáis al Señor.
Tú quieres la verdad en el centro del alma y en el centro del corazón me enseñas la sabiduría.