Desde Dan se siente el relinchar de sus caballos; al grito estrepitoso de sus corceles, toda la tierra tiembla. Vienen a devorar el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes.
al sonar de los cascos de sus caballos, al trepidar de sus carros, al estrépito de sus ruedas. Los padres no se vuelven ya a sus hijos, sus brazos se desploman
Derrama tu furor sobre las naciones que no te conocen, sobre los pueblos que tu nombre no invocan, porque han devorado a Jacob, lo han consumido y han devastado su morada.
Están armados de arcos y espadas; son crueles, sin piedad. Su clamor es como el estruendo del mar, cabalgan en corceles, cada uno está armado para la batalla contra ti, hija de Sión.
Ella devorará tu cosecha y tu pan, devorará a tus hijos y a tus hijas, devorará tus carneros y tus vacas, devorará tus viñas y tus higos, arrasará tus ciudades fuertes en las que tanta confianza pones.
Pero todos los que te devoran serán devorados, todos tus opresores irán al destierro, todos tus despojadores serán despojados y todos tus saqueadores serán saqueados.
Empuñan arco y jabalina, son bárbaros e inexorables; su ruido es como el bramido del mar; van a caballo, armado cada uno para la guerra contra Babilonia.
De su espesura se abalanza el león, el destructor de naciones se pone en marcha, abandona su morada para reducir tu país a un desierto; tus ciudades serán arrasadas, despobladas.