Y yo pronunciaré mis sentencias contra ellas, contra toda su malicia, porque me han abandonado para quemar incienso a dioses extraños, para postrarse ante la obra de sus manos.
En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento ardiente sopla del desierto contra la hija de mi pueblo, y no para aventar ni para limpiar.
Efraín es fecundo entre las cañas; pero llegará el solano, el viento del Señor se alzará del desierto, secará sus manantiales, agotará sus fuentes y se llevará todos sus tesoros, sus objetos preciosos.