El ejército del rey de Babilonia estaba a la sazón asediando a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba detenido en el patio de la cárcel del palacio real de Judá,
Entonces el rey Sedecías dio orden de que Jeremías fuese llevado al patio de la guardia y que se le diera diariamente un pan procedente de la calle de los panaderos mientras hubiese pan en la ciudad. Así Jeremías quedó en el patio de la guardia.
Palal, hijo de Uzay, reparó el trecho enfrente del ángulo de la torre que sobresale del palacio real alto y da al patio de la cárcel; a continuación Pedayas, hijo de Parós.
Entonces ellos agarraron a Jeremías y lo arrojaron en la cisterna del príncipe Malquías, situada en el patio de la guardia, bajándolo con cuerdas. En la cisterna no había agua, sino fango, y Jeremías se hundió en él.
En efecto, conforme a la palabra del Señor, Janamel, mi primo, vino a verme, al patio de la prisión, y me dijo: 'Compra el campo que tengo en Anatot, en la tierra de Benjamín, porque tú tienes el derecho de propiedad y el de rescate para adquirirlo'. Comprendí que era una orden del Señor,
donde le había mandado encerrar el rey Sedecías con esta acusación: '¿Por qué andas profetizando y proclamando: Esto dice el Señor: Yo entregaré esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la tomará;
Palabra que el Señor dirigió a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército, con todos los reinos de la tierra sometidos a su imperio y a todos los pueblos, atacaban a Jerusalén y a todas sus ciudades.
El año noveno de su reinado, el día décimo del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió; y construyeron un muro de asedio alrededor.