En los mismos términos hablé también a Sedecías, rey de Judá. Le dije: 'Ofreced vuestro cuello al yugo del rey de Babilonia; someteos a él y a su pueblo, y viviréis.
Pero a la nación que doble el cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y se someta a él, yo la dejaré en paz en su tierra -dice el Señor-, la cultivará y vivirá en ella'.
En Tafnis se oscurecerá el día, cuando yo despedace allí el cetro de Egipto y se acabe el orgullo de su fuerza. Un nubarrón la cubrirá y sus hijas irán al destierro.