El pecado de Judá está escrito con estilete de hierro; con punta de diamante está grabado sobre la tabla de su corazón y en los ángulos de sus altares,
pues es claro que vosotros sois una carta de Cristo redactada por mí y escrita, no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne, en vuestros corazones.
El sacerdote tomará con su dedo de la sangre de la víctima, untará con ella los cuernos del altar de los holocaustos y derramará toda la sangre restante al pie del mismo altar.
Endurecieron su corazón como el diamante para no escuchar la enseñanza y las palabras que el Señor todopoderoso inspiró a los profetas pasados. Entonces el Señor todopoderoso se irritó muchísimo.
Porque tus dioses, oh Judá, son tan numerosos como tus ciudades; y tantos como las calles que hay en Jerusalén son los altares de infamia que vosotros habéis levantado para ofrecer incienso a Baal.
Ésta es la alianza que haré con la casa de Israel después de aquellos días -dice el Señor-: pondré mi ley en su interior, la escribiré en su corazón, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo.