¿Quién no te temerá, rey de las naciones? Sí, a ti se te debe el temor, porque entre todos los sabios de las naciones, en todos sus reinos, no hay nadie como tú.
¿Quién no te respetará, oh Señor, y no glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, y todos los pueblos vendrán a postrarse delante de ti, porque se han publicado tus justas sentencias.
¿No lograréis temerme -dice el Señor-, no temblaréis ante mí, que he puesto la arena como límite al mar, como barrera eterna que no ha de traspasar? Por más que se agita, es impotente; sus olas braman, mas no la rebasarán.
Él gobernará las naciones y dictará sus leyes a pueblos numerosos, que trocarán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No alzará ya la espada pueblo contra pueblo ni se entrenarán ya para la guerra.
El séptimo ángel tocó la trompeta, y se oyeron en el cielo voces potentes que decían: El imperio del mundo ha pasado a nuestro señor y a su mesías; él reinará por los siglos de los siglos.
para nosotros hay un solo Dios, el Padre, del que proceden todas las cosas y por el que hemos sido creados; y un solo Señor, Jesucristo, por quien existen todas las cosas, y por el que también nosotros existimos.
Esta vez voy a desencadenar todas mis plagas contra ti y contra tus servidores y contra tu pueblo, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra.
Pero hay un Dios en el cielo que revela los secretos; él ha querido manifestar al rey Nabucodonosor lo que ha de suceder en el futuro. Voy a explicar tu sueño y las visiones de tu imaginación cuando estabas en la cama.
¡Señor, he conocido tu fama; Señor, tengo un gran respeto por tu obra! ¡Hazla revivir en nuestro tiempo, en nuestro tiempo dala a conocer y en la ira acuérdate de compadecerte!
Porque desde oriente a occidente mi nombre es grande entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio de incienso y una ofrenda pura. Porque mi nombre es grande entre las naciones -dice el Señor todopoderoso-,