Siempre que quieras podrás matar animales y comer su carne en todas tus ciudades, en la medida que te haya bendecido el Señor, tu Dios; y podrán comerla el puro y el impuro, como si se tratase de la gacela o del ciervo.
Todos los animales de la tierra os temerán y os respetarán; las aves del cielo, todo lo que se mueve sobre la tierra y todos los peces del mar están en vuestras manos.