Pero José se negó y le dijo: 'Conmigo mi señor no se preocupa de lo que pasa en la casa y me ha confiado todo lo que tiene.
Fosa profunda es la boca de la mujer adúltera, en ella caen los que el Señor maldice.
para que te guarden de la mujer ajena, de la desconocida que halaga con palabras.
Hijo mío, si los delincuentes quieren seducirte, no consientas.
Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.
Tal es el que se acerca a la mujer de su prójimo; cualquiera que la toque no quedará impune.
Cuando la sabiduría entre en tu corazón y la ciencia sea dulce a tu alma,
José halló gracia a sus ojos, y así fue incorporado al servicio de su dueño, quien le hizo mayordomo de su casa, confiándole todo cuanto tenía.
El jefe de la prisión no se preocupaba de lo que había encomendado a José, porque el Señor estaba con él, y todo lo que emprendía le salía bien.