Un día Eliseo pasaba por Sunán. Vivía allí una mujer distinguida, que le invitó con insistencia a comer. Y en adelante, siempre que pasaba, se paraba allí a comer.
Yael salió al encuentro de Sísara y le dijo: 'Entra, señor mío, entra; no tengas ningún miedo'. Él entró en la tienda, y ella lo cubrió con una alfombra.
Fueron pasando los días, y la hija de Súa, la mujer de Judá, murió. Cuando terminó el duelo por ella, Judá subió con su amigo Jirá, el adulamita, al esquileo de su ganado a Timná.