Ana no quiso acompañarle; le dijo a su marido: 'Cuando el niño haya sido destetado, yo lo llevaré para que sea presentado al Señor y se quede allí para siempre'.
Salomón se despertó y vio que había sido un sueño. Volvió a Jerusalén y se presentó ante el arca de la alianza del Señor, ofreció holocaustos y sacrificios de reconciliación, y dio un banquete a todos sus seguidores.
En efecto, al tercer día, que era su cumpleaños, el Faraón dio un banquete a todos sus servidores, y entre todos se acordó del primer copero y del primer panadero.
Cuando Abigaíl llegó a su casa, se encontró a Nabal celebrando un banquete regio. Estaba muy alegre y completamente borracho. Ella no le dijo ni una palabra hasta la mañana siguiente.
Sansón les dijo: 'Os voy a proponer un acertijo. Si lo adivináis dentro de los siete días de la fiesta, os daré treinta piezas de lino fino y treinta vestidos preciosos.