Y él dijo: 'Hermanos y padres, escuchad: El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abrahán cuando estaba en Mesopotamia, antes de vivir en Jarán,
Después de todo esto, la palabra del Señor fue dirigida a Abrán en una visión. Dijo: 'No temas, Abrán, yo soy tu escudo. Tu recompensa será muy grande'.
Por la fe vino a habitar en la tierra prometida como en un país extranjero, viviendo en tiendas de campaña, con Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa.
Estando un día Josué cerca de Jericó, levantó los ojos y vio a un hombre delante de él con la espada desenvainada en su mano. Josué se le acercó y le dijo: '¿Eres de los nuestros o de los enemigos?'.