Uno de ellos prosiguió: 'Dentro de un año volveré. Para entonces, tu mujer, Sara, habrá tenido un hijo'. Sara escuchaba a la entrada de la tienda, detrás del que hablaba.
Al hombre le dijo: 'Por haber hecho caso a tu mujer y por haber comido del árbol prohibido, maldita sea la tierra por tu culpa. Con trabajo sacarás de ella tu alimento todo el tiempo de tu vida.
Todo el pueblo, que se encontraba a la puerta con los ancianos, dijo: 'Somos testigos. Que el Señor haga a la mujer que va a entrar en tu casa semejante a Raquel y a Lía, quienes edificaron la casa de Israel. Que seas poderoso en Éfrata y adquieras renombre en Belén.