Por la fe vino a habitar en la tierra prometida como en un país extranjero, viviendo en tiendas de campaña, con Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa.
Estos montes se encuentran al otro lado del Jordán, detrás del camino del occidente, en la tierra de los cananeos que viven en la Arabá, frente a Guilgal, junto a la encina de Moré.
Ellos dieron a Jacob todos los dioses extranjeros que poseían y los anillos que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró bajo la encina que hay cerca de Siquén.
Yerubaal, o sea, Gedeón, se levantó de madrugada y todo el pueblo que estaba con él, y acamparon en En Jarod. El campamento de los madianitas se encontraba al norte del suyo, al pie de la colina de Moré, en el valle.
Abimelec, hijo de Yerubaal, se fue a Siquén, a casa de los hermanos de su madre, y dirigió a ellos y a toda la familia de la casa de su madre estas palabras:
Los huesos de José, que los israelitas habían traído de Egipto, fueron sepultados en Siquén, en la parte del campo que Jacob había comprado por cien monedas de plata a los hijos de Jamor, padre de Siquén, y que pasó a ser propiedad de los hijos de José.
Designaron las siguientes: Cades, en Galilea, en la montaña de Neftalí; Siquén, en la montaña de Efraín; Quiriat Arbá, es decir, Hebrón, en la montaña de Judá.
Jacob dijo a Simeón y Leví: 'Me habéis puesto en gran aprieto, haciéndome odioso a los hombres de esta tierra, a los cananeos y a los fereceos. Yo cuento con pocos hombres; ellos se unirán, me vencerán y seré aniquilado yo con toda mi casa'.