Mis queridos hermanos, escuchad. ¿No ha elegido Dios a los pobres según el mundo para ser ricos en la fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?
Por eso, hermanos, miembros del pueblo de Dios, partícipes de una vocación celeste, considerad al apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos, a Jesús,
Este secreto consiste en que los paganos comparten la misma herencia con los judíos, son miembros del mismo cuerpo y, en virtud del evangelio, participan de la misma promesa en Jesucristo.
Después de haber sido bautizada con toda su familia, nos suplicó: 'Si consideráis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa'. Y nos obligó a ello.
A los presbíteros que hay entre vosotros los exhorto yo, presbítero también, testigo de los sufrimientos de Cristo y participante en la gloria que habrá de manifestarse en el futuro:
Los que tienen amos creyentes, que no les falten al respeto por ser hermanos en la fe; al contrario, sírvanles mejor, puesto que los que reciben sus servicios son creyentes y hermanos muy queridos. Esto es lo que has de enseñar e inculcar.
Es justo que yo sienta así de todos vosotros, pues os llevo en el corazón, ya que compartís conmigo el privilegio de estar preso y de defender y consolidar el evangelio.