El Faraón mandó a ver, y del ganado de los israelitas no había muerto ni uno solo. Pero el corazón del Faraón siguió endurecido y no dejó salir al pueblo.
El Señor dijo a Moisés: 'El corazón del Faraón se ha endurecido y se niega a dejar salir al pueblo.
Así pues, tiene misericordia de quien quiere, y a quien quiere le endurece el corazón.
Pero tan pronto como se ensoberbeció su corazón y su espíritu se obstinó en el orgullo, fue depuesto de su trono real y se le quitó su gloria.
Porque sabía que tú eres obstinado, que es una barra de hierro tu cerviz y de bronce tu frente,
El hombre que ante los reproches se hace más terco será quebrantado de repente y sin remedio.
Sabio de mente y robusto de fuerza, ¿quién puede resistirle impunemente?
Pero el Señor endureció el corazón del Faraón, que no dejó salir al pueblo, como había dicho el Señor.
El corazón del Faraón se endureció y no les escuchó, tal y como había dicho el Señor.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: 'Tomad un puñado de ceniza de horno y que Moisés la tire al aire en presencia del Faraón.
Yo sé bien que el rey de Egipto no os dejará ir a no ser a la fuerza.