No tengáis en cuenta en vuestros juicios la apariencia de la persona; oíd a los pequeños lo mismo que a los grandes sin temor a nadie, pues el juicio pertenece a Dios. Y si os encontráis con alguna causa difícil, traedla a mí para que yo la resuelva.
Respondió: 'Me he abrasado en celo por el Señor todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han destruido tus altares, han pasado a espada a tus profetas. He quedado yo solo, y me buscan para quitarme la vida'.
Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir, si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río o a los dioses de los amorreos, cuya tierra ocupáis; yo y mi casa serviremos al Señor'.
'Oh rey, mi señor, mal han procedido todos esos hombres en todo lo que han hecho al profeta Jeremías. Lo han echado en la cisterna, donde va a morir de hambre, pues ya no hay pan en la ciudad'.
Entonces el rey Sedecías dio orden de que Jeremías fuese llevado al patio de la guardia y que se le diera diariamente un pan procedente de la calle de los panaderos mientras hubiese pan en la ciudad. Así Jeremías quedó en el patio de la guardia.
Me respondió: '¡El crimen de la casa de Israel y de Judá es demasiado grande, inmenso; el país está cubierto de sangre y la ciudad llena de violencia! Han dicho: El Señor ha abandonado el país, el Señor no lo ve.
No violentes el derecho, no hagas acepción de personas, no aceptes regalos, porque los regalos ciegan los ojos de los sabios y corrompen las sentencias de los justos.
Pero Saúl y su ejército perdonaron la vida a Agag y a lo mejor de las ovejas y de las vacas, a las más gordas y a los corderos; es decir, respetaron todo lo de valor, pero destruyeron lo que no valía nada.