Cuando se hizo grandecito se lo llevó a la hija del Faraón, que lo adoptó como hijo y le puso el nombre de Moisés, diciendo: 'Lo he sacado de las aguas'.
Moisés volvió a casa de Jetró, su suegro, y le dijo: 'Déjame marchar y volver a mis hermanos, que están en Egipto, para ver si todavía están vivos'. Jetró le dijo: 'Vete en paz'.
Moisés dijo a Jobab, hijo de su suegro Ragüel, el madianita: 'Nosotros partimos hacia la tierra que el Señor ha prometido darnos. Vente con nosotros y te trataremos bien, porque el Señor ha prometido favorecer a Israel'.