Yo endureceré el corazón del Faraón, y os perseguirá; yo seré glorificado a costa del Faraón y de todo su ejército; los egipcios reconocerán que yo soy el Señor'. Y así lo hicieron.
Le dirás: Esto dice el Señor Dios: Aquí estoy contra ti, Sidón; en medio de ti seré glorificado. Se sabrá que yo soy el Señor cuando haga justicia en ella y manifieste mi santidad.
Pero cambié de propósito en honor a mi nombre, para que no fuese vilipendiado a los ojos de las gentes entre las que ellos se encontraban, porque había prometido sacar a mi pueblo de Egipto ante los ojos de sus habitantes.
realizaste milagros y prodigios contra el Faraón, contra todos sus siervos y contra el pueblo entero de su país, porque sabías que los habían tratado con arrogancia, y te granjeaste un renombre que todavía hoy dura.
Cuando contaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el Faraón y sus servidores cambiaron de idea acerca del pueblo y dijeron: '¿Qué es lo que hemos hecho dejando salir a Israel y quedándonos así sin sus servicios?'.
Frenó las ruedas de los carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios se dijeron: 'Huyamos de los israelitas, porque el Señor combate por ellos contra los egipcios'.
Moisés dijo a Aarón: 'Esto era lo que había declarado el Señor cuando dijo: A los que se acercan a mí mostraré mi santidad, y al pueblo entero mostraré mi gloria'. Aarón se calló.
Cuando yo deje desierta la tierra de Egipto y el país sea despojado de cuanto contiene, cuando hiera a todos los que en él habitan, sabrán que yo soy el Señor'.
Porque el Señor había decretado que todas estas ciudades endureciesen su corazón para que combatiesen contra los israelitas; y los israelitas los exterminaron por completo y sin piedad, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
Subirás contra mi pueblo Israel como un nublado que cubre el país. Será al fin de los tiempos cuando yo te haga venir a mi tierra a fin de que las gentes me conozcan, al manifestar yo mi santidad en ti, oh Gog, ante sus ojos.
Haré con él justicia mandándole peste y sangre; haré caer una lluvia torrencial, con granizo, fuego y azufre sobre él, sobre sus huestes y sobre los numerosos pueblos que lo acompañan.