El Faraón se levantó de noche, él, todos sus servidores y todos los egipcios, y hubo llanto general en Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras que vosotros sois echados fuera.
Esto dice el Señor: Un grito se ha oído en Ramá, un lamento, llanto amargo: es Raquel, que llora a sus hijos, y no quiere consolarse de sus hijos porque ya no existen.
Pero entre los israelitas, desde el hombre al animal, ni siquiera ladrará un perro, para que sepáis la diferencia que hace el Señor entre los egipcios y los israelitas.
Pues bien, yo haré llover mañana, a esta hora, una granizada tan fuerte como no la ha habido en Egipto desde el día en que fue fundado hasta el presente.
Aquel día los egipcios serán como mujerzuelas; se asustarán y se horrorizarán al ver agitarse la mano que el Señor todopoderoso levantará contra ellos.