Las parteras respondieron al Faraón: 'Las mujeres hebreas no son como las egipcias; son robustas, y antes que la partera llegue, ya han dado a luz'.
David llegó a Nob, donde el sacerdote Ajimélec. Ajimélec salió a su encuentro asustado y le dijo: '¿Por qué estás solo y no hay nadie contigo?'.
Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las parteras y les dijo: '¿Por qué habéis obrado así y habéis dejado vivir a los niños?'.
Dios favoreció a las parteras, y el pueblo siguió multiplicándose, llegando a ser muy poderoso.