El rey concedió a Daniel un alto grado, le hizo muchos regalos valiosos y le nombró gobernador de todas las provincias de Babilonia, así como jefe de todos los sabios de Babilonia.
Ester volvió a hablar al rey. Se echó a sus pies llorando y rogándole que anulase los malvados propósitos de Amán, el de Agag, y sus proyectos contra los judíos.
Todas las manifestaciones de su poder y de su valor y la descripción de la grandeza a la que elevó a Mardoqueo está escrito en las crónicas de los reyes de Media y Persia.