Aquel mismo día el rey Asuero regaló a la reina Ester la casa de Amán, el enemigo de los judíos, y Mardoqueo fue presentado al rey, pues Ester le había revelado lo que era para ella.
Había criado a una cierta Hedisa, es decir, Ester, hija de un tío suyo, huérfana de padre y madre. Era muy bella y hermosa, y a la muerte de sus padres, Mardoqueo la había tomado como hija suya.
Cuando le llegó el turno a Ester, hija de Abijail, tío de Mardoqueo, a la que había adoptado por hija, no pidió más que lo que le había indicado Hegué, eunuco del rey y guardián de las mujeres. Pero Ester conquistaba a cuantos la veían.
Los más destacados eran Carsena, Setar, Admatá, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán, los siete príncipes persas y medos que pertenecían al consejo real y ocupaban los primeros cargos del reino.