Aquel día Amán salió satisfecho y gozoso, pero cuando vio a Mardoqueo sentado delante de la puerta real y que ni siquiera se había levantado ni movido en su presencia, se enfureció contra él.
Entonces Herodes, al ver que los magos se habían burlado de él, montó en cólera y mandó matar a todos los niños de Belén y de todo su territorio, de dos años para abajo, según el tiempo que había calculado por los magos.
Todos los servidores del rey, que estaban al servicio de la puerta de palacio, se arrodillaban y postraban cuando Amán pasaba, según había ordenado el rey. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ni se postraba ante él.
Ajab entró en su palacio triste e irritado porque Nabot, el yezraelita, no le había querido dar la herencia de sus padres. Se metió en la cama, volvió la cara a la pared y no probó bocado.