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Referencias Cruzadas

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Ester 1:12

Biblia Martin Nieto

Pero la reina Vasti se negó, a pesar del mandato del rey transmitido por los eunucos. El rey se enfadó mucho, montó en cólera y

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19 Referencias Cruzadas  

Como rugido de león es la cólera del rey, pero su favor es como rocío sobre hierba.

Vosotras mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, para que si alguno de ellos se muestra reacio a la palabra, pueda ser ganado sin necesidad de palabras por vuestra conducta

Así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres lo deben estar a sus maridos en todo.

Que las mujeres sean sumisas a sus maridos como si se tratara del Señor;

Ante su ira, ¿quién podrá resistir? ¿Quién se mantendrá cuando su cólera se inflama? Su furor se derrama como fuego, y las rocas se funden ante él.

Entonces Nabucodonosor montó en cólera y mandó traer a Sidrac, Misac y Abdénago, los cuales fueron llevados a la presencia del rey.

Entonces el rey se encolerizó terriblemente y dio orden de matar a todos los sabios de Babilonia.

Como rugido de león es la ira del rey, quien la excita perjudica a su propia vida.

¿Hasta cuándo, Señor, tu ira, que no termina nunca; tu celo, que quema como un fuego?

El Señor lo separará de las tribus de Israel para su perdición, según las maldiciones de la alianza escritas en este libro de la ley.

Aarón respondió: 'No se encienda la ira de mi señor. Tú mismo sabes que este pueblo es muy inclinado al mal.

Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie de la montaña.

A la mujer le dijo: 'Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Con dolor parirás a tus hijos; tu deseo te arrastrará hacia tu marido, que te dominará'.

Entonces Nabucodonosor, lleno de furor y con el rostro desencajado de ira contra Sidrac, Misac y Abdénago, dio orden de que se encendiese el horno siete veces más de lo corriente

que trajeran a su presencia a la reina Vasti con la corona real, para mostrar su belleza al pueblo y a los jefes, pues era muy hermosa.

consultó a los sabios, expertos en leyes, pues era costumbre que los asuntos fuesen tratados ante expertos en leyes y derecho.

El rey, furibundo, se levantó del banquete, y se fue al jardín de palacio; entretanto Amán, comprendiendo que su ruina estaba decretada, se quedó para implorar a Ester por su vida.




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