Mejor es la tristeza que la risa, porque un rostro triste hace bien al corazón.
Pues el peso momentáneo y ligero de nuestras penalidades produce, sobre toda medida, un peso eterno de gloria
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros, los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!
Dihosos los que ahora tenéis hambre, pues seréis hartos. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Después me dijo: 'No temas, hombre preferido por Dios, la paz sea contigo; sé fuerte y ten ánimo'. Al hablarme así me sentí reanimado y dije: 'Hable mi Señor, pues me has confortado'.
fue un gran bien para mí ser humillado, para aprender tus decretos;
antes de que me humillaras andaba extraviado, pero ahora guardo tu palabra;
De la risa dije: 'Locura'; y de la alegría: '¿Para qué sirve?'.
El corazón del sabio está en la casa del duelo; el corazón del necio, en la casa de la alegría.