Oh rey, promulga esta prohibición y firma el documento para que sea irreformable, conforme a la ley de los medos y los persas, que es irrevocable'.
No confiéis en los príncipes, ni en los humanos incapaces de salvar:
mejor es refugiarse en el Señor que fiarse del jefe.
Dejad de confiar en el hombre, pues sólo un soplo hay en su nariz. ¿Cuánta estima merece?
si te has ligado por las palabras de tus labios, si estás preso por tu misma boca,
Si al rey le parece bien, promulgue este decreto entre las leyes de los persas y de los medos: la reina Vasti no comparecerá más delante del rey, y su dignidad de reina se conferirá a otra mejor que ella.