Tu talle semeja a la palmera; tus pechos, a sus racimos.
Gracias sean dadas a Dios, que siempre nos hace triunfar en Cristo y descubre en todo lugar, mediante nosotros, la fragancia de su conocimiento.
Cifraré mi gozo en hacerles bien, los plantaré sólidamente en esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma.
Levántate, Aquilón; Austro, ven; soplad en mi jardín y exhale sus aromas. ¡Entre mi amor en su vergel y coma sus frutos exquisitos!
Confortadme con pasteles de uvas, reanimadme con manzanas, porque enferma estoy de amor.
Como manzano entre árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes. A su sombra apetecida estoy sentada, y su fruto me es dulce al paladar.
Más dulces que el vino tus amores son, suave es el olor de tus perfumes. Tu nombre es un perfume refinado; por eso las jóvenes se enamoran de ti.
¡Qué hermosa eres, qué encantadora, oh amor mío, en tus delicias!
Se ha secado el viñedo, se ha agostado la higuera, el granado, la palmera, el manzano, todos los árboles del campo están secos. ¡Ha desaparecido la alegría entre los hombres!
