Es la litera de Salomón: sesenta próceres la escoltan, son la flor de Israel. Todos expertos en la espada, veteranos de la guerra; cada uno lleva su espada al flanco, en previsión de sorpresas nocturnas.
Y Eliseo oró así: 'Señor, ábrele los ojos para que vea'. Y el Señor abrió los ojos del muchacho, el cual vio el monte repleto de caballos y carros de fuego, que rodeaban a Eliseo.
David le respondió: 'Bien, ahora sabrás lo que va a hacer tu siervo'. Y le dijo Aquís: 'Pues bien, yo te constituiré guardián de mi persona para siempre'.
Pues yo había dicho a los nobles, a los prefectos y al resto del pueblo: 'La obra es grande y extensa, y estamos diseminados a lo largo de la muralla, lejos unos de otros.