Delante del trono había como un mar transparente, como de cristal; en medio del trono y alrededor, cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
Vi como un mar de cristal, mezclado con fuego, y los que habían vencido a la bestia, a su estatua y a la cifra de su nombre estaban de pie sobre el mar de cristal con las cítaras de Dios.
Entonces, junto al trono, vi un cordero rodeado de los cuatro vivientes y de los ancianos. Estaba de pie y como degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos (éstos son los siete espíritus de Dios enviados por todo el mundo).
Cantaban un cántico nuevo delante del trono, delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Ninguno podía aprender el cántico, a excepción de los ciento cuarenta y cuatro mil rescatados de la tierra.
Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes cayeron de rodillas y adoraron a Dios, que está sentado sobre el trono, diciendo: Amén. ¡Aleluya!
Todo su cuerpo, su espalda, sus manos y sus alas, así como las ruedas, estaban cuajadas de ojos todo alrededor, y cada uno de los cuatro tenía su propia rueda.
Todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Cayeron de rodillas ante el trono y adoraron a Dios, diciendo:
porque el ángel que está en medio del trono será su pastor y los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida; y Dios enjugará todas las lágrimas de sus ojos'.
Alrededor del trono había veinticuatro tronos, sobre los que estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de blanco y con coronas de oro en la cabeza.
Entonces los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas delante del cordero, teniendo cada uno en la mano un arpa y copas de oro llenas de perfumes (las oraciones de los santos).
En mi visión oí la voz de una multitud de ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos; eran miles de miles, millones de millones.
Tuve una visión en el momento en que el cordero abrió el primero de los siete sellos. Oí al primero de los cuatro seres vivientes, que gritaba como con una voz de trueno: Ven.
Y oí como una voz que salía de los cuatro seres vivientes, que decía: Un celemín de trigo por el salario de un día; tres celemines de cebada por el salario de un día; pero el aceite y el vino no tocarlos.