Escribe al ángel de la Iglesia de Sardes: Esto es lo que dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco tus obras: tú pasas por vivo, pero estás muerto.
Juan, a las siete Iglesias de Asia: a vosotros la gracia y la paz de parte del que es, el que era y el que viene, y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono;
Y a vosotros, que estabais muertos por vuestras faltas y por no haber dominado los apetitos carnales, os volvió a dar la vida juntamente con él, y nos ha perdonado todos los pecados.
Estos son una vergüenza para vuestras comidas fraternas, comen y beben desvergonzadamente, cebándose a sí mismos. Nubes sin agua arrastradas por el viento; arboles infructuosos en el otoño, dos veces muertos, arrancados de cuajo;
Sé dónde vives. Allí está el trono de Satanás; pero permaneces fiel a mi nombre y no has renegado de mi fe, ni siquiera en los días de Antipas, mi fiel testigo, al que mataron en vuestra ciudad, donde vive Satanás.
Éste es el secreto de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias, y los siete candelabros son las siete Iglesias'.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Sobre el que veas descender y posarse el Espíritu, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo.
Entonces, junto al trono, vi un cordero rodeado de los cuatro vivientes y de los ancianos. Estaba de pie y como degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos (éstos son los siete espíritus de Dios enviados por todo el mundo).
El Espíritu de Cristo que estaba en ellos les dio a conocer de antemano lo que Cristo tenía que sufrir y la gloria que iba a alcanzar Ellos se esforzaron por investigar cuándo y cómo se iba a realizar eso,
Exaltado, pues, por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo, objeto de la promesa, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.
Conozco tu sufrimiento y tu pobreza (aunque eres rico) y las calumnias de parte de los que se llaman judíos sin serlo, pues son más bien una sinagoga de Satanás.
Conozco tus obras, tus fatigas y tu constancia. Sé que no puedes soportar a los malos, que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo y los has encontrado mentirosos;
Conozco tus obras: tengo abierta delante de ti una puerta que nadie puede cerrar, porque, a pesar de tu debilidad, has guardado mi palabra y no has renegado de mí.