Una vez que Saúl tomó posesión del reino de Israel, hizo la guerra a todos sus enemigos de alrededor: Moab, los amonitas, Edón, el rey de Sobá y los filisteos. Y siempre salía victorioso.
Cuando los reyes aliados de Hadadézer se vieron derrotados por Israel, firmaron la paz con Israel y le quedaron sometidos. Y en adelante los sirios no se atrevieron a volver a ayudar a los amonitas.
Los amonitas se dieron cuenta de que se habían hecho odiosos a David, y enviaron mensajeros para contratar como mercenarios a los sirios de Bet Rejob y de Sobá, veinte mil soldados de infantería, del rey de Maacá, mil hombres, y de Tob, doce mil.
Todo lo que pise la planta de vuestros pies será vuestro, y vuestras fronteras se extenderán desde el desierto al Líbano, desde el río Éufrates al mar Mediterráneo.
Estableceré los confines de tu territorio desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos, desde el desierto hasta el río; pondré en vuestras manos a los habitantes del país, y tú los echarás de tu presencia.
Aquel día el Señor hizo un pacto con Abrán en estos términos: 'A tu descendencia doy esta tierra, desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el Éufrates: