Pues de la misma manera que los hijos participan de la misma carne y sangre, también él participó de modo parecido, para reducir a la impotencia mediante la muerte a aquel que tiene el imperio de la muerte, es decir, al diablo,
'Haced saber, por favor, a todos los nobles de Siquén: ¿Qué es mejor para vosotros: ser gobernados por setenta hombres, todos los hijos de Yerubaal, o ser gobernados por uno solo? Pensad, además, que yo soy hueso vuestro y carne vuestra'.
Esto que se decía en todo Israel llegó a oídos del rey. Entonces David mandó decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: 'Decid a los ancianos de Judá: ¿Por qué sois vosotros los últimos en hacer que el rey vuelva a su palacio?
Los hombres de Judá respondieron a los de Israel: 'Porque el rey es mi pariente. ¿Por qué te irritas por esto? ¿Acaso hemos comido nosotros a expensas del rey o nos ha hecho regalos?'.
Llevaron a Asael y le sepultaron en el sepulcro de su padre, en Belén. Después Joab y sus hombres caminaron durante toda la noche y, al llegar el día, estaban en Hebrón.