¡Viva el Señor, bendita sea mi roca! Alabado sea Dios, el Dios de mi victoria,
extenderé su mano hasta el Mediterráneo y su derecha hasta el Éufrates.
mi Dios, mi roca, donde yo me refugio, mi escudo protector, mi salvación, mi asilo. Tú me salvas de la violencia.
Mas bien sé que mi defensor está vivo y que él, el último, sobre el polvo se alzará;
y mi espíritu se regocija en Dios, / mi salvador, /
Mi fortaleza y mi cántico es el Señor, él fue mi salvación; él es mi Dios, yo le alabaré; el Dios de mi padre, lo ensalzaré.
Él me llamará: 'Padre mío, Dios mío, mi roca salvadora';