¡Dichoso tú, Israel! / ¿Quién como tú, pueblo vencedor? / Dios es el escudo que te protege, / la espada en marcha / que te conduce al triunfo. / Te adularán tus enemigos / para corromperte, / pero tú aplastarás su orgullo'.
Después de todo esto, la palabra del Señor fue dirigida a Abrán en una visión. Dijo: 'No temas, Abrán, yo soy tu escudo. Tu recompensa será muy grande'.
Oh Señor, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el día de la tribulación; a ti vendrán las naciones desde los confines de la tierra y dirán: Sólo mentira poseyeron nuestros padres, vanidad e impotencia.
Cada uno será como un refugio contra el viento y un abrigo contra la tempestad; como corrientes de agua en tierra seca, como la sombra de una gran peña en tierra ardiente.
Ana oró de esta manera: 'Tengo el corazón alegre gracias al Señor, la frente alta gracias a Dios y la boca abierta contra mis enemigos; yo me regocijo en tu victoria.
porque esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: Voy a suprimir de este lugar, a vuestros ojos y en vuestros días, los gritos de gozo y algazara, los cantos del esposo y de la esposa.
Hablad, exponed vuestras pruebas, deliberad unos con otros. ¿Quién ha manifestado esto desde antiguo? ¿No fui yo, el Señor? No hay otro dios más que yo. Dios justo y salvador, no existe otro fuera de mí.