Cada uno agarró a su adversario por la cabeza y le clavó la espada en el costado, de suerte que todos cayeron juntos. Por eso se llamó a aquel lugar 'Campo de los costados'; está cerca de Gabaón.
Abner gritó a Joab: '¿Devorará siempre la espada? ¿No sabes que el fin puede ser amargo? ¿A qué esperas para decir al pueblo que deje de perseguir a sus hermanos?'.
Cada uno mató al que se le puso delante. Los sirios se dieron a la fuga, perseguidos por los israelitas, y Ben Hadad, rey de Siria, logró salvarse a caballo con algunos jinetes.