Joab le respondió: 'No serás tú hoy el portador de la buena nueva; lo serás otro día; pero hoy no llevarás una buena nueva, porque ha muerto el hijo del rey'.
El rey preguntó: '¿Está bien el joven Absalón?'. Ajimás respondió: 'Yo vi un gran alboroto en el momento que Joab enviaba a tu siervo, pero no sé lo que era'.
El centinela dijo: 'El modo de correr del primero me parece el modo de correr de Ajimás, hijo de Sadoc'. El rey contestó: 'Es un hombre bueno; viene para traer buenas noticias'.
El rey dio a Joab, a Abisay y a Itay la orden siguiente: 'Respetad, por consideración a mí, al joven Absalón'. Y todo el pueblo supo que el rey había dado esta orden sobre Absalón a todos los jefes.
Ajimás, hijo de Sadoc, dijo 'Déjame ir corriendo a dar al rey esta buena nueva de que el Señor le ha hecho justicia, librándolo de las manos de sus enemigos'.
El rey se conmovió, subió a la habitación de encima de la puerta y se puso a llorar. Y decía sollozando: '¡Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto yo en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!'.