Pero les vio un joven y se lo comunicó a Absalón. Entonces los dos, caminando de prisa, llegaron a Bajurín, a casa de un hombre que tenía una cisterna en el patio, y allí se metieron.
No maldigas al rey ni aun con tu pensamiento; no maldigas al rico ni aun en tu alcoba; porque las aves del cielo transportan la voz y un ser alado lo hace saber.