David y sus hombres continuaron su camino, mientras Semeí iba por la falda del monte, frente a ellos; le insultaba, tiraba piedras y levantaba polvo.
Después llamó a dos oficiales y les dijo: 'A las nueve de la noche hay que salir para Cesarea. Preparad doscientos soldados de infantería, setenta de caballería y doscientos lanceros'.
Como ellos continuaban gritando, agitaban los mantos y tiraban polvo al aire,
Tal vez el Señor vea mi aflicción y me devuelva bien en lugar de esta maldición de hoy'.
El rey y todo el pueblo que estaba con él llegaron extenuados y allí descansaron.