Todo el mundo lloraba a voz en grito. El rey estaba de pie en el torrente Cedrón, y todo el pueblo desfiló delante de él por el camino que lleva al desierto.
El rey preguntó a Sibá: '¿Qué quieres hacer con esto?'. Sibá respondió: 'Los asnos son para la familia del rey, para que monte en ellos; el pan y el fruto del tiempo, para que coman los muchachos, y el vino, para dar de beber al que esté fatigado en el desierto'.
Entraron los sacerdotes en el interior del templo para purificarlo, y sacaron fuera, al atrio del templo del Señor, todas las cosas impuras que encontraron dentro del templo, y los levitas las tiraron al torrente Cedrón.
Y todo el valle de los cadáveres y de la ceniza, así como todos los campos a lo largo del torrente Cedrón, hasta el ángulo de la puerta de los Caballos por oriente, serán consagrados al Señor; no volverán a ser destruidos ni devastados jamás.